Siento
que sigue estando con nosotros, no se ha marchado, vive para siempre con su
espíritu. Hablando de espíritu, cerró sus ojos el pasado lunes de Pentecostés,
festividad de la iglesia católica que recuerda la venida del Espíritu Santo a
los apóstoles. Él nos ha regalado su buen y sano espíritu. Espíritu luchador,
optimista, alegre y solidario. Ha sido ejemplo de cómo tiene que ser un
cristiano: entrega y amor a su hermano, sin pedir nada a cambio.
En
cuanto a su trabajo, comenzó muy joven en la tienda de su padre en la calle San
Roque. Él mismo nos contaba que allí hacía caramelos, pastillas de jabón y
vendían de todo. Más adelante inauguró su tienda “Casa Peral” en la calle
General Marina, donde empezó arreglando bicicletas y trayendo los primeros
radios y televisores por Arahal. Gracias a Manolo Peral, el fútbol y los toros
se podían ver en nuestro pueblo, porque situaba en el balcón un televisor para
disfrute del público asistente en la calle. Era un incansable trabajador y
amante de su tienda, de su clientela y de sus empleados como el recordado Juan
Catalán, a quien trataba como uno más de la familia. Él no pensaba en
jubilarse, disfrutaba con su tarea administrativa, dedicaba muchas horas a sus
“papeles”, a su máquina de escribir Olivetti, sus libros de cuentas… Entre
tanto, siempre dibujaba una media sonrisa en su cara, dulce y sincera. Eso
tenía mucho mérito, nunca daba señales de estrés y ansiedad, como hoy día ocurre
en tantos trabajos. Vivía y disfrutaba en su despacho, acompañado de noticias y
tertulias radiofónicas, al igual que su periódico ABC, el cual leía y repasaba
a diario desde hace muchos años.
Como
he tenido la suerte de vivir junto a él, nunca se me olvidarán esas imágenes
para la posteridad. Recuerdo verlo los domingos cuando venía de los Tres Gatos
con su cartucho de “calentitos”, como a él le gustaba decir, y la prensa bajo
el brazo. A pesar de no contar con estudios, era un hombre que demostraba una
gran cultura y formación, interesado por los asuntos de actualidad. Después de
desayunar, salía de paseo y acudía a misa con su esposa Luisa, a quien tanto
amaba. Al mediodía iban juntos a tomarse una tapita y continuaban su paseo por
la Corredera. Manolo y Luisa ha sido un matrimonio modelo que se han respetado
y querido muchísimo. Han sabido disfrutar de los regalos de la vida: sus hijos,
nietos y biznietos.
Como
hombre polifacético desempeñó varios cargos de responsabilidad, tanto civil
como religiosa. Varios años estuvo como concejal del Ayuntamiento de Arahal,
durante esta etapa habría que señalar su trabajo por el establecimiento de la
luz eléctrica y agua potable en la localidad. En sus conversaciones nos hablaba
que en aquellos tiempos las mujeres aún iban por el agua a las fuentes y además,
la pobre luz de las calles consistía en dos o tres platillos encendidos con una
bombillita.
Por
tanto, consiguió la instalación de farolas por las calles y el funcionamiento
de la red de aguas.
Padrino en la bendición del Resucitado |
Igualmente
ejerció como miembro de juntas de gobierno y Hermano Mayor en sus hermandades
de la Esperanza y San Antonio de Padua. En esta última llegó a permanecer hasta
treinta años consecutivos como Hermano Mayor, donde luchaba por los más
necesitados y ofrecía “el pan de los pobres”. Era muy devoto y fiel del santo
paduano y amante de todas las hermandades y cofradías de nuestro pueblo, sin
fanatismos ni favoritismos. Siempre comprometido con las parroquias locales,
manifestando una fe sincera y fuerte como creyente. Muestra de ello ha sido en
sus últimos días, cuando cantaba con su voz débil lo que más le gustaba: el
Responsorio de San Antonio y el Himno Eucarístico (“Cantemos al Amor de los
Amores”).
Gracias
a él aprendí las oraciones y cantos de la iglesia, me transmitió su gusto por
las hermandades y en especial, me presentó al Dios de Esperanza, a su Madre de
las Angustias y a nuestro San Antonio Bendito, donde “eché los dientes” y en el
que mantengo inolvidables recuerdos de la infancia junto a mi madre, camarera
de la sagrada imagen.
Mi abuelo me ha demostrado ser un incansable seguidor y espectador en los conciertos que he ofrecido. Siempre que podía no se perdía ni uno, él se alegraba cuando le hablaban de su nieto pianista y lo felicitaban tras la actuación. Me siento orgulloso de haberlo visto disfrutar y gozar con mi música de piano.
Para
finalizar y a modo de resumen, quisiera destacar su vitalidad y fortaleza, su
sencillez entre los suyos sin destacar sobre los demás, sin hacer ruido, su
constancia y regularidad, su felicidad y su entereza en sus últimos días, sin
mostrar sufrimiento alguno. En los tiempos que vivimos nos tropezamos con pocas
personas como él, Manuel González Gamboa, un hombre bueno.
En la gloria lo tenga San Antonio Bendito. Hoy estará disfrutando desde el balcón del cielo del paseo que le vamos a dar los costaleros.
ResponderEliminarVa por él!!!
Emotiva y justa la descripción post mortem que haces del abuelo.Desde el cielo,un "palco" muy especial,estará en el dia de hoy cantando el responsorio de "su" San Antonio y siguiendo la procesión.¡Ah,y seguro que aguantará todo el recorrido sin abandonar su sitio como siempre hizo,ni para tomar un sorbito de agüa!
ResponderEliminarGracias,un fuerte abrazo.
Tus padres y hermanos.
Estimado Germán : Soy Manolo Garcia (El carpintero). Estoy totalmente de acuerdo con lo que has escrito sobre tu abuelo. Es lo mismo que le dije a tu hermano Fran. Se ha ido un hombre bueno.
ResponderEliminarGracias sobrino German por describir tambien al abuelo.Si que era un hombre muy bueno buen marido buen padre buen abuelo buen jefe buen amigo buen cristiano.ese era mi PADRE.Tita Inma.
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