1 de marzo de 2012

"Dios de Esperanza"


(Artículo publicado en el boletín "Esperanza" Cuaresma, 2012. pág: 54-56)

Ya hacía tiempo que no dedicaba alguna composición a mi querida Hermandad de la Esperanza. Mis venerados titulares fueron los pioneros en recibir mis primeras composiciones de música procesional, pues yo estaba especialmente empeñado en dedicarles aquellas jóvenes e ilusionadas melodías que correteaban por mi corazón.

Así pues, la primera marcha bautizada como “Lágrimas de Esperanza” fue dedicada con mucho cariño y fervor a Ntra. Sra. de las Angustias, en el mes de noviembre de 1.997 y estrenada en el siguiente Viernes Santo de 1.998. Por aquel entonces, me encontraba estudiando Magisterio por la especialidad de Educación Musical en la Universidad de Granada. Recuerdo que la escribí entre Arahal y Granada, muchas horas de trabajo en mi habitación del piso de estudiantes, donde residían algunos compañeros más. Compartí estudios y vivienda con un sevillano de Camas, llamado Marco, quien por aquella época tocaba el clarinete en la ya extinguida banda de música de la Esperanza de Triana. Este compañero me ayudó a la hora de instrumentar la marcha: él tocaba la melodía con su clarinete, yo tomaba mi flauta dulce (que es lo que tenía por allí), y nos imaginábamos cómo podía sonar aquello… Entre ello, numerosas cuestiones: “¿qué melodía le pongo a los saxos?... ¿Y al oboe?... ¿cuándo entran los trombones?”... Como anécdota curiosa, cuando me tocó escribir los papeles de la percusión, es decir: para caja, bombo y platos; un servidor cogía un cojín y lo golpeaba simulando el sonido del bombo. Así nació “Lágrimas de Esperanza”, marcha que quedó como “himno” para la Señora del Viernes Santo.

Portada del boletín "Esperanza" 201

Y mi venerado Santísimo Cristo de la Esperanza no podía ser menos, pronto nacerían los sones que Él se merecía. Pues bien, al año siguiente, me senté al piano y salieron unas melodías que expresaban mis sentimientos y recuerdos como esperancista desde mi infancia y en homenaje a mi abuelo Manuel González Gamboa, quien fuera Hermano Mayor de la cofradía y principal responsable de mi devoción.

Así surgió la marcha “Mi Esperanza” (1.999), ésta fue mi intención como lo indiqué en mi pregón de “La Mudá” del año 2.004: “Mi Esperanza, eres Tú Señor quien pone la música en mi vida. Tú eres el Creador, sólo Tú, Santísimo Cristo de la Esperanza. Creador de todas las cosas, y también de una música. Por ello, te considero como el compositor del Universo, de la Tierra, de Andalucía, de Arahal...” Más adelante anunciaba la intención compositiva de esta marcha: “Un mensaje que transmite un aliento de Esperanza: al que sufre, al que se siente en soledad, aquel que no puede llevarse un trozo de pan a la boca o aquel niño que no tiene un tebeo o juguete para distraerse”.

Desde entonces, ya han pasado trece años. Durante este tiempo, he dedicado mi música a casi todas las imágenes de Arahal y he trabajado en otras composiciones para hermandades de Sevilla y Málaga. Ello no quiere decir que me haya olvidado de mis queridos titulares, ni mucho menos… Estos años me han ayudado a madurar como músico y compositor, aunque nunca se acaba de aprender algo nuevo. Ha tenido que ser el número trece, cardinal muy apreciado en mi familia por San Antonio Bendito, para que vuelva a dedicarle a mi hermandad una nueva composición, una marcha procesional que recoge el nombre de “DIOS DE ESPERANZA”.

Se trata de una pieza musical dedicada a Nuestro Cristo Crucificado, Dios de Esperanza. Dicha obra está concebida para ser interpretada por una agrupación musical, en este caso, lo hará la Agrupación Musical “Sta. Mª Magdalena”, Hermana Honoraria de esta corporación y que acompaña el paso de Cristo cada Viernes Santo.

El motivo de esta composición responde a la reciente restauración e intervención de la imagen, por el restaurador D. Pedro Manzano. En la próxima cuaresma la sagrada imagen cumplirá 65 años. No se preocupen queridos esperancistas, Él no se jubila, Él no se jubilará, como diría nuestro Ex-Hermano Mayor D. Rafael Morillas. Él siempre está ahí para escuchar nuestras intenciones y súplicas, nuestras alegrías y penas, Él lo sabe todo, Él nos ilumina siempre con su Esperanza…

El hecho de la llegada y reencuentro con el Santísimo Cristo de la Esperanza recién restaurado, me provocó una enorme emoción e impresión, como imagino que le ocurrió a todos los hermanos y devotos al verlo. Ello me sirvió de estímulo para componer esta marcha, cuyo deseo personal es que sus melodías también “restauren” nuestros débiles corazones y nos ayuden a encontrar el verdadero amor de nuestro Dios de Esperanza.


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