Se trata de la primera parte de un artículo titulado "Domingo de Ramos con la Agrupación Musical Sta. Mª Magdalena" que escribí para la revista "La Mudá" de Arahal y se publicó en su edición del año 2002. Se relatan aquellas experiencias y vivencias que viví el Domingo de Ramos del 2001 junto a la banda y a la Hdad. de la Hiniesta.
"En los días previos a la Semana Santa del año 2000, el director de la Agrupación Musical Sta. Mª Magdalena D. Manuel Rodríguez Ruiz, me brindó la oportunidad de acompañar a la banda en su desfile procesional con la Hermandad de la Hiniesta de Sevilla. Sin embargo, quien os habla pensaba que no era el más indicado para ir delante de la banda durante el recorrido, pues no tocaba, ni toco, ningún instrumento ya sea de viento o de percusión y por tanto, no soy miembro activo de la banda. Pero sí, os puedo confesar un sentimiento: me siento muy vinculado con su director y con los músicos de la agrupación por su amistad, respeto y cariño que me han demostrado desde que los conocí. Además les tengo que agradecer su entera disposición y buen hacer a la hora de montar y ensayar mis marchas procesionales que ellos tan bien interpretan.
Así, entre los ánimos de Manolo Ruiz (como popularmente lo conocemos) y el calor que me transmitían los integrantes de la banda, me decidí a acompañarlos en su discurrir por las calles de Sevilla en aquel Domingo de Ramos del año 2000.
Desgraciadamente, no fue así y el día nació encapotado, con nubes oscuras y con altos riesgos de precipitaciones por Sevilla y provincia. El autobús de la banda salió camino a Sevilla y nos presentamos en la Iglesia de San Julián sobre las dos de la tarde aproximadamente. Una vez allí, la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Hiniesta se reunió en cabildo extraordinario de salida para debatir la salida o no de la cofradía. Decidieron retrasar la salida una hora más tarde, ya que el parte meteorológico informaba algunos claros para tal hora. Se acercaban las cuatro de la tarde, hora elegida para la salida y aunque apareció el sol tímidamente y el cielo azul, de pronto cayó una fuerte tromba de agua que impidió definitivamente la salida de la Hiniesta aquel año. Todos nos pusimos tristes, sabiendo que teníamos que esperar otro año para poder salir con el venerado Cristo de San Julián.
El Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Sta. María Magdalena a sus pies se quedaban sin escuchar los sones de nuestra agrupación: “Cristo de San Julián”, “Magdalena Bendita”, “Dolores y Misericordia”, “Alma de Dios”, “Costaleros de San Julián”... y así un sinfín de marchas que los hermanos y nazarenos de la hermandad hiniesta tendrían que esperar para oír al próximo año, con la ilusión y el sueño de vivir y sentir un soleado Domingo de Ramos.
Así fue, llegó el anhelado Domingo de Ramos del año 2001. Nos decían expresiones como: “Este año no nos quedamos en casa”, “Por favor, tocar Alma de Dios”, “Ánimos músicos, hoy como nunca, tenemos muchísimas ganas de escucharos”... comentarios que corrían por los pasillos de la Casa Hermandad entre hermanos nazarenos y costaleros.
El día se presentó como tiene que ser un Domingo de Ramos en Sevilla: sol radiante, cielo vestido de azul hiniesta, ninguna nube que recuerde y temperatura más bien agradable con algo de calor. La placita de San Julián se iba llenando de gente: hermanos, vecinos, cofrades y devotos del Stmo. Cristo de la Buena Muerte y de la Virgen de la Hiniesta... ¡Qué emoción! ¡No se cabe en San Julián!
Las manecillas del reloj marcan las soleadas tres de la tarde y la cruz de guía se dispone a iniciar el recorrido hasta la Santa Iglesia Catedral. Van apareciendo de la iglesia nazarenos de túnica blanca de cola con antifaz azul y cinturón de esparto. La Hermandad de la Hiniesta ya está en la calle y todos los integrantes de la Agrupación Musical “Sta. Mª Magdalena”, y entre ellos quien os escribe, esperan con impaciencia la salida del paso del Cristo de la Buena Muerte. Ciriales de plata nos anuncian la inmediatez del ansiado momento. Sólo se escuchan las voces de un capataz en el silencio de San Julián: ¡Los dos costeros por “iguá” a tierra! ¡ Poco a poco! ¡Vámonos de frente, mi alma! La puerta ojival de la parroquia se queda pequeña para ese maravilloso Crucificado de San Julián. Va saliendo el paso en madera de caoba y lentamente vemos la imagen de María Magdalena mirando atentamente hacia arriba la difícil salida del Cristo en su Buena Muerte. El cabo corneta preparado para anunciar, pero aún quedan algunos metros. Por fin, el paso completo en las calles de Sevilla está y el himno nacional suena un año más.
El paso se arría con mimo para subir la cruz al sitio donde quedaría para el recorrido. Mientras...suena una saeta en San Julián. Todos miramos hacia arriba y quién podía ser: Pepe “El Sacri”, uno de los mejores saeteros de mi Sevilla. En aquellos momentos comprobé y sentí verdaderamente lo de “De San Julián al Cielo”.
Una vez finalizada la saeta y subido el paso, la agrupación interpreta el himno considerado por todos los hermanos y hermanas de la Hiniesta: “Cristo de San Julián”. Ya podemos decir que la Hiniesta está en la calle."
Así, entre los ánimos de Manolo Ruiz (como popularmente lo conocemos) y el calor que me transmitían los integrantes de la banda, me decidí a acompañarlos en su discurrir por las calles de Sevilla en aquel Domingo de Ramos del año 2000.
Desgraciadamente, no fue así y el día nació encapotado, con nubes oscuras y con altos riesgos de precipitaciones por Sevilla y provincia. El autobús de la banda salió camino a Sevilla y nos presentamos en la Iglesia de San Julián sobre las dos de la tarde aproximadamente. Una vez allí, la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Hiniesta se reunió en cabildo extraordinario de salida para debatir la salida o no de la cofradía. Decidieron retrasar la salida una hora más tarde, ya que el parte meteorológico informaba algunos claros para tal hora. Se acercaban las cuatro de la tarde, hora elegida para la salida y aunque apareció el sol tímidamente y el cielo azul, de pronto cayó una fuerte tromba de agua que impidió definitivamente la salida de la Hiniesta aquel año. Todos nos pusimos tristes, sabiendo que teníamos que esperar otro año para poder salir con el venerado Cristo de San Julián.
El Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Sta. María Magdalena a sus pies se quedaban sin escuchar los sones de nuestra agrupación: “Cristo de San Julián”, “Magdalena Bendita”, “Dolores y Misericordia”, “Alma de Dios”, “Costaleros de San Julián”... y así un sinfín de marchas que los hermanos y nazarenos de la hermandad hiniesta tendrían que esperar para oír al próximo año, con la ilusión y el sueño de vivir y sentir un soleado Domingo de Ramos.
Así fue, llegó el anhelado Domingo de Ramos del año 2001. Nos decían expresiones como: “Este año no nos quedamos en casa”, “Por favor, tocar Alma de Dios”, “Ánimos músicos, hoy como nunca, tenemos muchísimas ganas de escucharos”... comentarios que corrían por los pasillos de la Casa Hermandad entre hermanos nazarenos y costaleros.
El día se presentó como tiene que ser un Domingo de Ramos en Sevilla: sol radiante, cielo vestido de azul hiniesta, ninguna nube que recuerde y temperatura más bien agradable con algo de calor. La placita de San Julián se iba llenando de gente: hermanos, vecinos, cofrades y devotos del Stmo. Cristo de la Buena Muerte y de la Virgen de la Hiniesta... ¡Qué emoción! ¡No se cabe en San Julián!
Las manecillas del reloj marcan las soleadas tres de la tarde y la cruz de guía se dispone a iniciar el recorrido hasta la Santa Iglesia Catedral. Van apareciendo de la iglesia nazarenos de túnica blanca de cola con antifaz azul y cinturón de esparto. La Hermandad de la Hiniesta ya está en la calle y todos los integrantes de la Agrupación Musical “Sta. Mª Magdalena”, y entre ellos quien os escribe, esperan con impaciencia la salida del paso del Cristo de la Buena Muerte. Ciriales de plata nos anuncian la inmediatez del ansiado momento. Sólo se escuchan las voces de un capataz en el silencio de San Julián: ¡Los dos costeros por “iguá” a tierra! ¡ Poco a poco! ¡Vámonos de frente, mi alma! La puerta ojival de la parroquia se queda pequeña para ese maravilloso Crucificado de San Julián. Va saliendo el paso en madera de caoba y lentamente vemos la imagen de María Magdalena mirando atentamente hacia arriba la difícil salida del Cristo en su Buena Muerte. El cabo corneta preparado para anunciar, pero aún quedan algunos metros. Por fin, el paso completo en las calles de Sevilla está y el himno nacional suena un año más.
El paso se arría con mimo para subir la cruz al sitio donde quedaría para el recorrido. Mientras...suena una saeta en San Julián. Todos miramos hacia arriba y quién podía ser: Pepe “El Sacri”, uno de los mejores saeteros de mi Sevilla. En aquellos momentos comprobé y sentí verdaderamente lo de “De San Julián al Cielo”.
Una vez finalizada la saeta y subido el paso, la agrupación interpreta el himno considerado por todos los hermanos y hermanas de la Hiniesta: “Cristo de San Julián”. Ya podemos decir que la Hiniesta está en la calle."
Continuará próximamente...
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